La constante macabra

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En el artículo de opinión «Todos suspensos» de Miguel Aguilar en el diario Córdoba, se habla de los «profesores» que piensan que suspender mucho da prestigio y fama de duros. Muy buena reflexión que merece unos minutos.

Algunos profesores suspenden a sus alumnos mucho más que otros, independientemente de la dificultad de la materia y del esfuerzo de los alumnos. ¿Por qué ocurre eso?

Ronda por las aulas una teoría según la cual el prestigio de un profesor es tanto mayor cuanto más alumnos suspenden, un fenómeno «irracional» que el profesor e investigador André Antibi descubrió en un estudio desarrollado en Francia, y que bautizó como Constante Macabra .
Aparentemente, la Constante Macabra no es popular entre las asignaturas más fáciles, las denominadas marías . Según Antibi, dicho fenómeno se reproduce entre los profesores españoles, algo que nos consta, y destaca la idea de que sin tenerlo en cuenta será difícil encontrar una solución al fracaso escolar, porque los suspensos de muchos alumnos son, en realidad, artificiales.

Si echamos un poco la vista atrás, a todos nos resultarán familiares determinadas exigencias para aprobar una asignatura: exámenes deliberadamente complejos, preguntas larguísimas, absurdas limitaciones de tiempo y espacio, o calificaciones a veces por encima del diez o por debajo del cero; todo ello son, según Antibi, manifestaciones de la constante macabra . Estas prácticas tienen una consecuencia directa sobre el rendimiento de muchos alumnos, que se sienten desmotivados y pierden la confianza en su esfuerzo y, por lo tanto, acrecientan el problema del fracaso escolar.

Para paliar el efecto de la constante macabra , algunos profesores proponen a sus alumnos un método que ellos denominan «sistema de evaluación por contrato de confianza». Con este método, una semana antes del examen, el profesor selecciona una serie de cuestiones que resumen la materia de la asignatura y las pasa a los alumnos, con la advertencia de que las preguntas del examen saldrán de esa lista. Podría parecer que con esto se le regala el aprobado al alumno y que tendría un efecto negativo sobre su rendimiento. Los resultados del experimento dicen, sin embargo, lo contrario: los alumnos trabajan más antes del examen para comprender cuestiones que se le plantean en clase, porque saben que, entre ellas, está el contenido de su prueba. Tales resultados positivos no implican que con este método vayan a eliminarse los suspensos; en realidad, sigue habiendo alumnos que no llegan al cinco. La diferencia está en el hecho de que estos suspensos ya no se pueden calificar de artificiales, aparte de que el profesor puede así detectar la causa del fracaso escolar.

El Prof. Antibi lleva más de veinte años siguiendo este fenómeno, que al principio, como nos ocurre a todos, lo encontraba natural, tal vez acostumbrado a la antigua mentalidad educativa con la que la educación termina por convertirse en un simple proceso de selección de los mejores y, lo que es peor, en un sistema que elimina y deja fuera de la sociedad a los que no superan una barrera a veces arbitraria. Es obvio que un sistema educativo serio tiene que promover la disciplina y el esfuerzo de los alumnos para aprender, pero debe contar con estrategias flexibles, que evidentemente requieren más trabajo por parte de todos, para superar ese simple objetivo de clasificar a los alumnos ente listos y torpes, trabajadores y vagos. Sería más rentable para el conjunto de la sociedad que nuestro sistema educativo no terminara con el abandono de los individuos que no alcanzan un nivel, sino que ofreciera un abanico de posibilidades de forma que cada uno, según su inteligencia innata, y también según su capacidad de trabajo y de sacrificio, acabara encontrando su sitio.

* Profesor

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