El lenguaje y las matemáticas

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La forma que los docentes usamos para comunicarnos con el alumnado y el vocabulario que empleamos inconscientemente es una fuente de aprendizaje oculto que debemos cuidar y aprovechar. Esto que parece lógico y normal no siempre es llevado a la práctica. Para ilustrar esta opinión a continuación dejo algunos ejemplos de ello, así como recomendaciones que podemos adoptar a la hora de hablar en clase. Para profundizar más se puede consultar documentación sobre “lenguaje y matemáticas” en «buenastareas.com«.

Como idea previa hay que distinguir entre el lenguaje que usamos cuando trasmitimos conocimientos sobre un tema concreto y por otro el lenguaje del día a día y no concretado en unos conocimientos concretos, al que podríamos llamar “lenguaje transversal”.

Dentro del primer caso, damos por sentado que los alumnos dominan un vocabulario básico que permitirá comprender la idea matemática de lo que estamos transmitiendo. Sin embargo, ¿qué pasa cuando esto no es así o es insuficiente?. Obviamente estamos creando una primer muro de incomprensión que hará que todos nuestros esfuerzos por trasmitir conocimientos caigan en saco roto, o que entendamos que la fuente de las dificultades y errores que respondan nuestros alumnado estén en los contenidos matemáticos y no en la semántica usada para trasmitirlos.  Ejemplos de esto lo tenemos cuando usamos el término «nos llevamos una, dos,…» en las operaciones matemáticas. ¿A dónde la llevamos?, ¿nos estamos llevando realmente 1?, ese 1 no será acaso una decena, una centena,… igualmente ocurre en el lenguaje escrito, en el cual usamos distintas notaciones para la división sin avisar que son distintas anotaciones de una misma operación. O en casos más básicos como el ilustrado en el siguiente problema extraído  de un conocido cuadernillo de trabajo, en el cual los posibles errores en su resolución pueden proceder por la comprensión del texto debido a un desconocimiento del vocabulario empleado, que a la capacidad de cálculo del alumnado.

“En un contenedor de plásticos echamos una bolsa con 6 botellas de plástico y 4 de briks; y otra bolsa con 5 latas. ¿Cuántos envases hemos reciclado?.»

 En éste como en cientos de problemas que abundan en la literatura escolar, si nos paramos a preguntar a los alumnos qué es un «contenedor», un «briks» (ellos lo llaman «batido» o «zumo»), un «envase» o «reciclado», nos quedaremos perplejos al comprobar que dichos términos son dominados por muy pocos alumnos.

En este punto, un primer consejo es analizar el texto que les damos y detenernos en su comprensión, como primer paso para poder comprender  lo que tenemos entre manos. Como decía al principio, se trata de algo lógico y normal, pero que por desgracia se hace poco. ¿Serán las prisas?.

Otro ejemplo muy ilustrativo, fuente de muchísimas confusiones en los cursos bajos es el uso de «anterior – posterior» y «delante -detrás» a la hora de localizar y ordenar números en la recta numérica, ya que aunque los conceptos están muy claros, para los críos el estar sentados físicamente en un lado un otra de la pizarra les hacen ver, qué número está delante y cual detrás, de forma distinta. Por ello tanto el lenguaje como la manipulación personal es básica para estos conceptos.

Por otra parte hablábamos también del «lenguaje transversal», como aquel que usamos en cualquier momento y que es independiente de los contenidos que en ese momento estemos transmitiendo. Esto en muy importante tenerlo presente, tanto en Educación Infantil como en la Primaria, ya que nos permitirá enseñar conceptos matemáticos de forma natural, con el simple hecho de modificar un poco nuestro lenguaje. Así por ejemplo en cualquier momento podemos pedirle al alumnado que:

– Cuando vaya a escribir en la pizarra, pintar con un color, o usar un lápiz, que coja el «más largo» el «más corto», «ancho…», que use el «mediano»…

– También podemos pedirle que señale en el calendario la fecha en la que estamos y que nos diga «qué día será el posterior», «cuál fue el anterior».

– Cuando vayan a recoger los juguetes, libros, cuaderno, pronunciemos siempre términos como dejarlos «dentro de…» «en la caja grande, pequeña…», en la estantería «superior, inferior…»

– Qué cuenten hacia delante o hacia atrás los que han traído bocadillo, zumos, fruta, paraguas,…

– En la fila para entrar a clase que se pongan «detrás del tercero», o «delante del cuarto»…

 Las posibilidades son infinitas, el único problemas es acostumbrarnos a introducir este lenguaje dentro de nuestro vocabulario habitual dentro de la clase.

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