Mis maestros y maestras

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Desde Estepa, Mari Castro, me envía este poema. Pertenece a un padre que, con motivo del día de los docentes, ayer martes lo publicó en su blog «Rimarimando«.

Aquellas tardes de escuela
y picón en el brasero,
cuando hablábamos de nidos,
de costillas y de cepos,
de liria y de red de tiro,
verderones y jilgueros.

Aquellas filas de niños

zurcidos con mil remiendos,
un tirachinas, las bolas,
pantalón corto en invierno
y unas botas que de grandes
cuando estábamos corriendo
se salían de las piernas,
como si fueran de hierro.

Algún reglazo en las manos,
algún castigo severo,
algún tirón del flequillo
algún día sin recreo;
educados en un mundo
donde el “Don” era el respeto,
nuestro Internet era el campo
y nuestra Wii era el cielo.

No cambiaría por nada
mis memorias del colegio,
porque hicieron que aprendiera
a ser niño, a ser travieso,
a vivir con mis amigos,
a recorrer los senderos
que llenaron mis sentidos
de la luz de un mundo nuevo.

Me enseñaron a ser libre
a luchar por lo que quiero,
a aprender que en este mundo
nada vale más que un beso.

Gracias por tanto cariño,
gracias por tantos esfuerzos,
gracias siempre por que sois
mis maestras y maestros.

José María Díaz Fernández «Helicón «

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