Lecturas absurdas: «El estudiante de medicina»

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Con «Lecturas Absurdas» son una nueva serie de lecturas cortas (máximo un folio) dedicadas a alumnos de 2º de primaria en adelante, y en cuya historia introduzco elementos que no tienen nada que ver con el desarrollo de la misma o con el contexto en el que tienen lugar. Se trata, pues de leer con con atención y anotar en el cuaderno  las cosas que  no tengan lógica en el desarrollo de la historia. 

En estas lecturas cuento con la colaboración de Silvia Asuero que realiza las preguntas de comprensión oral que junto al texto puedes imprimir al final del artículo.

La actividad está disponible al final del artículo para imprimir o para realizar en línea, tanto la lectura como las preguntas de comprensión y actividades relacionadas. También está disponible la lectura en este mismo artículo.

“EL ESTUDIANTE DE MEDICINA”

Desde que Pedrito vio cómo su primo “El Terrible” -como lo llamaban en su familia- abría una rana para ver lo que tenía dentro, pensó que él quería ser de mayor médico de ranas, para poder curar a todas las que su primo martirizaba sin compasión.

Como la profesión que había escogido necesitaba que se esforzara mucho, decidió hacerse una serie de promesas que pensó le ayudarían a lograr su objetivo. Una de ellas era sacar las mejores notas del colegio, aunque se las tuviera que cambiar a los empollones de las clase por los cromos de futbolista que ellos le pidiesen, y así hacerse con las mejores calificaciones. Con ello uno de los objetivos ya lo tendría resuelto, pero también provocaba que los más listos de la clase terminan suspendiendo las asignaturas, por lo que ya no se conformaban con unos simples cromos de futbolistas y…. ¡tuvo que prometer darles a los futbolistas de verdad!.

Como su primo “El Terrible” cazaba ranas a una velocidad que corría el peligro de acabar con toda la población de las charcas de su barrio, también se prometió entrar en la Facultad de Medicina lo antes posible. Para conseguirlo pensó que la única posibilidad -por su corta edad- era colarse por la puerta de atrás y sentarse en los últimos bancos de la clase, disfrazándose con una bata blanca con un reloj en el bolsillo (como recordaba haber visto a los médicos en su Centro de Salud). Y para parecer más alto y pasar totalmente desapercibido, se puso también los zapatos de lunares con tacón alto que su abuela usaba para salir los días de feria.

Así pasó los primeros meses, durante los cuales, esperaba agazapado al final de la clase el momento en que explicaran la lección para curar ranas. Sin embargo, lo único que oía era palabras raras como “A N A T O M Í A” -que el pensaba debía tratarse de una chica que se lo quedaba todo para ella-; también escuchó que en el oído debió trabajar, en algún momento, un herrero al que se le debieron olvidar allí el MARTILLO, un YUNQUE y un ESTRIBO. Tan sólo se sobresaltó cuando escuchó al profesor hablar de “LAS PATAS DE GALLO”; sin duda ya estaban llegando a las lecciones del reino animal, que era lo que a él realmente le interesaba. Pero pronto se desanimó al saber, que de lo que estaban hablando era de unas arrugas que salen en los laterales de los párpados de las personas.

Tras varios años en la Universidad y obtener el título de medicina general, el cual fotocopió de un compañero que se sentaba junto a él en todas la clases, decidió volver a su barrio sin conseguir el objetivo de aprender los conocimientos que le permitieran salvar ranas. Una tarde, mientras mondaba una apetitosa mandarina, decidió dar un paseo hasta la charca donde -de niño- le entraron las ganas de ser médico de ranas y ,parado al borde del agua, vio a su primo “El Terrible” con un completo equipo y aparatos de análisis, tomando muestras de las charca.

– “Terrible”,… perdón,.. Luis.- Llamó Pedro a su primo – ¿ ya no te conformas con cazarlas de una en una que ahora te has averiguado un equipo completo para cazarlas en masa?.

– ¡No,hombre!, lo que ocurre es que soy biólogo y estoy estudiando el medio donde viven las ranas para evitar que se extingan. Desde pequeño siempre me han apasionado estos bichos tan resbaladizos. Seguro que a ti no te han llamado nunca la atención las ranas.

Texto: José Miguel de la Rosa Sánchez, Comprensión lectora: Silvia Asuero. Dibujos: Phillip Martín

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