Lecturas absurdas: «El reino de Calcetovilla»

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Con «Lecturas Absurdas» son una nueva serie de lecturas cortas (máximo un folio) dedicadas a alumnos de 2º de primaria en adelante, y en cuya historia introduzco elementos que no tienen nada que ver con el desarrollo de la misma o con el contexto en el que tienen lugar. Se trata, pues de leer con con atención y anotar en el cuaderno  las cosas que  no tengan lógica en el desarrollo de la historia. En estas lecturas cuento con la colaboración de Silvia Asuero que realiza las preguntas de comprensión oral que junto al texto puedes imprimir al final del artículo. 

“EL REINO DE CALCETOVILLA”

Hace mucho tiempo, en el reino de Calcetovilla vivían dos calcetinitos muy amigos. Uno, bien plantado y olorosamente educado, llamado Fungusol y otro un tanto descuidado que respondía al nombre de Apestosito. Como buenos amigos tenían la costumbre de jugar todos los días en el barrio de la Secadora, lugar muy frecuentado por otros tejidos, pero siempre acababan yéndose a los suburbios del Tendedero, donde había más acción y nadie se quedaba colgado sin pasárselo bien.

     Un mal día, mientras jugaban con su amigo el bote Polvos, de apellido, “de Talco”, empezaron a corretear como locos, sin mirar al cruzar la calle y sin preocuparse de lo que podían encontrar tras doblar la esquina, acabando -como tarde o temprano debía ocurrir- con el pobre bote de Talco, de morros contra una farola y dejando tras de sí un rastro de sangre blanca; o para que lo entendáis bien… con un fino hilo blanco que se derramaba de su interior, rodando calle abajo, hasta que sus amigos lograron pararlo antes de que volviera a chocar contra una pared.

Cuando por fin lo sujetaron, vieron que tenía una gran herida. – ¿Estás bien Polvos?- Preguntó Fungusol, mientras lo levantaba del suelo.

¡No, me duele mucho!-, respondió Polvos, a la vez que se estremecía por el golpe.

¡Llamaremos a un médico !. ¡Quédate aquí y no te muevas Polvos!-, prosiguió Apestosito.

¡Daos prisa !, me estoy quedando vacío por dentro-, se quejaba Polvos.

 Apenas habían pasados cinco minutos, ya estaban llamando a la puerta del médico; sobre la cual había un letrero que decía “Dr. Costurero: especialista en heridas en las costuras del talón”.

 Hola pequeño, ¿qué hacéis aquí tan jadeantes?-, dijo sorprendido el Dr. Costurero.

Nuestro amigo Polvos… se ha hecho una herida enorme en la trasera de la boquilla-, pudo decir Apestoso entre sollozos y falta de aire.

Dime dónde está que acudiremos corriendo-. Y hacia allí corrieron el Doctor, sus enfermeras Agujita e Hilo de Coser, con el botiquín de segundos auxilios… por si las moscas.

 Cuando llegaron junto a Polvos de Talco, aún seguía diciendo: – ¡daos prisa !, me estoy quedando vacío por dentro, ¡daos prisa !, que me estoy quedando vacío por dentro, ¿o es qué estáis sordos?…

 – Tiene un fuerte traumatismo tapón-encefálico, pero no os preocupéis que esto tiene una fácil solución – comentó el Dr. Costurero muy seguro de sus palabras- con un buen pegamento, y un relleno de fábrica quedará como nuevo.

 Unos días después de que el susto hubiera pasado, Polvos de Talco, Apestosito y Fungusol bajaban la calle corriendo como locos al grito de Geróóóóóóóóóóóóóónimoooooooooo.

Texto: Pablo de la Rosa Zurera, Comprensión lectora: Silvia Asuero. Dibujos: Phillip Martín

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