Y si lo hacen ellos/as, ¿no estaría mejor?

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La decoración de pasillos, aulas y escaleras con vinilos que contienen frases contra la violencia de género, o las tablas de multiplicar, así como postes de señalización indicando hacia donde ir para encontrar la paz, la solidaridad,… son materiales que se realizan comunmente en los colegios para abordar diversos temas del curriculum.

Sin embargo, me pregunto por qué cada vez es más frecuente que estas tareas sean realizadas por adultos, ya sea comprando los materiales listos o encargando su elaboración a empresas o es el propio profesorado quien las realiza. Parece que se argumenta que así resulta más atractivo y llamativo para los niños, pero ¿realmente tiene sentido esta práctica?

Personalmente, estoy convencido de que si son los propios alumnos quienes participan en estas actividades, valorarán más el mensaje, lo internalizarán mejor y disfrutarán tanto del proceso como del resultado final. Es como cuando uno se involucra en una tarea, como pintar, limpiar u ordenar tu casa, y luego te sientes tan orgulloso del trabajo realizado que te ensimismas comtemplándolo.

¿Importa realmente que la ejecución sea menos perfecta, que el resultado sea menos estético o que los materiales utilizados no sean de larga duración? Lo fundamental es que el alumnado sea quien se involucre en su creación. Además, si la obra se desgasta con el tiempo, esto brinda la oportunidad de que otros alumnos participen en su renovación, sintiéndola también como propia. Al final verán la obra como propia y lograremos con más seguridad el objetivo educativo.

Me apena observar en grupos de WhatsApp y redes sociales a docentes buscando dónde adquirir estos elementos decorativos, cuando deberíamos fomentar la implicación de los alumnos en su elaboración; y me recuerda a una compañera joven que, en lugar de recurrir a la compra o a que lo hicieran sus alumnos, llegaba al colegio con cajas llenas de materiales que ella y su madre habían preparado para decorar los pasillos y aulas. Seguramente, esta práctica le viene de su propia experiencia escolar, donde sus maestros/as harían lo mismo. Por más que se lo hacía ver siempre me respondía que ellos participaban pegandolo por las paredes. ¡En fin los tiempos cambian o seré yo el docente que se quedó en otra época!

Las imágenes que acompañan este artículo, me las ha cedido amablemente Elizabeth Prieto Jurado junto a sus alumnos en el CEIP «Santa Victoria» en Lora de Estepa (Sevilla), son un excelente ejemplo de cómo la participación del alumnado puede enriquecer el entorno escolar.

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