Cuento corto: «Mi mesa cojea»

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Un pequeño cuento con alguna enseñanza en valores o cualquier otra circunstancia de la vida de nuestros centros, a veces adaptado, otras inventado, y siempre ambientado en la escuela para hacerlo más cercano a nuestro alumnos.

Al final está disponible la lectura para imprimir, con preguntas y actividades de comprensión lectora.

Esta semana ha llegado mobiliario escolar nuevo al colegio, la reacción de los alumnos, el paso del tiempo y un final para reflexionar.

«MI MESA COJEA»

       Ocurrió una vez que a un colegio muy cercano,  llegaron mesas y sillas nuevas, y que cuando los alumnos se sentaron para estrenar el nuevo mobiliario, hubo un niño que al apoyarse en su nueva mesa, se dio cuenta que se movía mucho.  Levantó entonces la mano y dijo: “Maestro mi mesa cojea. ¿Puedo cambiarla por otra?”. – Sí, claro, coge aquella del final-, le respondió su maestro.

Desde aquel día la mesa que cojeaba no la quiso nadie. Por ella pasaron varios años y varios cursos repletos de niños, que seguían dándole de lado porque sólo veían el defecto de su cojera. Las demás mesas iban haciéndose cada vez más viejas, acumulando rayones, desconchones y hasta algún que otro chicle, que permanecía duro pegado en la parte de abajo, desde que en alguna ocasión se oyera al maestro decir: “¡En clase no se comen chucherías!”.

Como el tiempo había pasado y aquella mesa no la quiso nunca nadie, permanecía casi tan nueva como el primer día, sólo tenía ese pequeño defecto: “su cojera”. Pero un buen día, un niño llamado Felipe se acercó a ella y pensó: “¡qué nueva está esta mesa y qué raro que no la haya cogido nadie!”. Entonces se apoyó en ella y descubrió que cojeaba, pero en lugar de irse – como hacían todos-  se agachó para ver cuál era la pata que no llegaba bien al suelo. “¡Esto lo arreglo yo en un periquete!” -pensó a la vez que cogía un papelito-  lo dobló varias veces y lo metió bajo la pata más corta. Tuvo que hacer varios intentos, hasta que por fin logró que no cojeara nada.

Cuando los demás vieron que la mesa de Felipe era la que estaba más nueva de todas, se dieron cuenta de lo simple que resultó la solución que le había dado para poder disfrutar de la mejor mesa de toda la clase.

Lo curioso de esta historia es que lo mismo que le pasó a la mesa “coja” les pasa a muchos niños y niñas en los colegios. El resto de los compañeros les dan de lado por cualquier tontería que no les agrada, al igual que le daban de lado a la mesa. Sin embargo, sólo basta hacer como Felipe, ver el problema y buscar la solución, para descubrir a una gran persona o a un gran amigo al que nadie le ha  dado una oportunidad, y con el que poder disfrutar y compartir los mejores momentos de la infancia.

 Texto y dibujo: José Miguel de la Rosa Sánchez. Comprensión lectora: Silvia Asuero.

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